7.04.2006

Saying good bye is so funny, but being told good bye itches



Tomé el camión, a veces se me olvida que a pesar de que en Guadalajara el transporte público es una porquería, al final, dependiedo de al ruta, los viajes pueden llegar a tornarse entretenidos.

Se volvió a descomponer el coche y tenía entrevista de trabajo, andaba de camisa ajustadita, todo ejecutivo, cara de pendejo; pero los Converse nunca se fueron. Así que caminar era mi primera opción y después varios camiones. En uno de ellos me encontré a una chica de 18 años que llevo viendo en la fiesta desde semanas atrás. Es menuda, bonita, y tiene una linda sonrisa. Es inocente, muy. Aunque por fuera se proyecta compleja y difícil, más bien se le ve cansada, reviva.

Se desocupó el asiento de la ventana y me recorrí hacía él. Ella notó el espacio y se sentó conmigo, sólo nos habíamos saludado dos o tres veces antes. A mi izquierda las nubes mordían el cielo, sólo lo escuchabamos crujir.
- ¿Qué escuchas? -no entendí bien el título de la canción que aparecía en su iPod, mi vista estaba cansada de escribir todo el día.
- No sé, apenas estoy viendo. -sacó la pastilla blanca de su pequeña oreja y disintió como si no importara la música en ese momento. Eso me gustó. Sonreímos.

A lo largo del viaje sólo decía "¡Cállate!" a cualquier cosa que alterara su tranquilidad, pero igual sonreía otra vez. Era del norte, y la atrapó la fiesta tapatía como a mí, a ti, a ustedes, y a ti también. Guadalajara es una ciudad en la que no te puedes esconder, a menos de que seas una piedra.

Qué bueno que no soy fotologuer, dicen por ahí, que Fotolog es algo así como el sarcófago de todos los nuevos vampiros. Ay qué cyberpunk... Pff.